abril 14, 2013

El Amor

Me rindo ante el amor.
No me refiero al amor como el encandilamiento entre dos personas, esa ilusión que pasará en algún momento. No. El amor es un sentimiento que va mucho más allá que eso. El amor de pareja, de madre, padre, hermano, hijo, amigo, ese es el amor del que quiero hablar hoy.
Algunos lo definen como amistad, otros como cariño, pero para mí, es simplemente el sentimiento que se experimenta cuando uno tiene a otro ser humano con el que puede compartir  libremente, sin prejuicios ni tapujos, las cosas más íntimas del alma.
No me es fácil. Se sufre por otros, porque se les ama. Y se sufre, porque el amor obliga a abrir el corazón, fuerza sentimientos encontrados y muchas veces dolorosos. Se sufre por ver sufrir a otro y cuantos más se ama, más se sufre, porque los seres humanos acarreamos miserias de los más variados tipos y que el amor exige compartir.
Andar por la vida así, es como tener heridas abiertas imposibles de cicatrizar, listo a que en cualquier momento caiga un golpe contundente de martillo en ellas. Muchas personas prefieren protegerse porque estos dolores son intensísimos y recuperarse es muy difícil.
Pero yo no puedo. A veces quisiera. Pero me es imposible.
Necesito amar como respirar, como comer. Si no amo, no vivo. Obviamente, me importa que me amen y mucho, pero puedo vivir sin eso. Pero si no tuviera a nadie a quien amar, me apagaría y moriría lenta e inexorablemente.
Tengo que andar por la vida a corazón abierto. Y aunque soy débil y hedonista por naturaleza, y me dejo llevar por todos los placeres, estos son momentáneos, mientras que el amor es permanente. Prefiero sufrir, a veces intensamente, y amar con toda el alma, que no amar y mantenerme ileso en esta jornada.
Porque el amor, el verdadero amor, trasciende incluso la misma muerte. Va más allá, mucho más allá. Personas y personajes se mantienen vivos gracias al amor, al pensar en ellos y guardar un pedazo de sus vidas en el corazón.
L a hermosa frase de José Martí, “Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”, no son sino maneras de prolongar el amor mas allá de la vida.
Porque el amor es compromiso, es obligación y es necesidad. Amar no es decir “te quiero”, es hacer lo que sea por la persona a la que se ama, aun a costa de sacrificar intereses personales. De otra manera, el árbol se secará, el hijo no crecerá y el libro no servirá para nada.
Mientras el recuerdo de una persona permanezca en el corazón de otra, seguirá viva. Y esta es la magia y la maravilla de ser humano, la capacidad de sentir, y al sentir, sufrir y gozar, pero sobre todo, amar.
Yo me olvido muchas veces que no hay un destino a la felicidad; la felicidad no se busca fuera. Se busca dentro, y no es un destino, es un viaje  a nuestro fin.
Cuanto más se ama, más se recibe, y cuanto más se recibe, más feliz se es. Pero para amar, hay que dar sin esperar recibir, y esperar y aceptar lo que venga, sin que sea necesariamente lo que esperamos.
Escoge tú.
Vivir sin sufrir es fácil. Vivir sin amar es terrible.

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