agosto 17, 2014

Un Sueño Políticamente Incorrecto



Después de casi quince años de vivir en los Estados Unidos, todavía me cuesta bastante acostumbrarme a muchas de las interacciones diarias con otros seres humanos en este país.  No cabe duda, es una cultura y un sistema de vida muy diferentes a lo que los latinoamericanos estamos acostumbrados.

A raíz de todos los problemas de salud que he tenido en el último año y de los cuales estoy casi recuperado gracias a Dios, he tenido que interactuar con el sistema de salud americano y con el seguro médico que afortunadamente tenemos. Lleno de contradicciones y absurdos, siempre termina desconcertándome porque no he leído un par de líneas en la factura, en las indicaciones del médico, en fin.

Pero me quería referir a un tipo específico de medicinas, que son sin duda un problema grande de adicción en este país: las medicinas para el dolor o "painkillers" como se les conoce aquí y de los cuales, debido a las cirugías que he tenido, me han recetado una amplia variedad.

Cuando uno toma medicamentos para el dolor, sobre todo "de los buenos", es importante leer las contraindicaciones que tienen. No conducir automóviles, ni operar maquinaria pesada, verificar alergias, problemas hepáticos y renales, y otras recomendaciones que por lo menos a mí, me hacen sentir que con cada pastilla estoy tomando una decisión que podría cambiar toda mi vida. Y parece que cuanto más efectiva es, más advertencias y contraindicaciones tiene.


Hay algo de absurdo en todo esto, ya que se supone que los medicamentos se toman para prolongar y mejorar el nivel de vida. Me pregunto qué pasaría si cada hamburguesa de McDonald tuviera una  liberación de responsabilidad similar (Léase "disclaimer" en inglés) por cada hamburguesa que vendiera. Exactamente como ocurre en las farmacias de este país:
  • – Bienvenido a McDonald. ¿En que lo puedo ayudar?
  • – Quiero una hamburguesa con queso y tocino, papas fritas y una Coca Cola.
  • – Con todo gusto. ¿Me permite un documento de identidad con fotografía?
  • – ¿Para comprar una hamburguesa? Hágame el favor...
  • – Vea señor, estos son nuevos procedimiento que se han implementado para proteger su salud. ¿Tiene usted su documento?
  • – Está bien, aquí esta.
  • – Muchas gracias señor Salmerón. Su orden estará lista en 3 minutos.
Definitivamente, el concepto de "comida rápida" funciona a la perfección. Menos de 3 minutos después:
  • – Señor Salmerón, aquí está su hamburguesa con queso y tocino y sus papas fritas. ¿Dígame, ya ha consumido este artículo con nosotros?
  • – No, es la primera vez que la pido con tocino.
  • – En ese caso, déjeme llamar al cocinero sanitario de turno.
  • – Gracias, pero estoy un poco apurado.
  • – Lo lamento señor Salmerón. Este es un requerimiento legal que debemos cumplir. Y además es por su propio bienestar.
Diez minutos después, el ocupadísimo cocinero sanitario se acerca al mostrador para explicarme las consecuencias de comer una hamburguesa con queso y tocino, si sé que mi colesterol va a subir, que las arterias se me pueden bloquear, que voy a subir más de peso y si estoy consumiendo algún otro tipo de alimento que podría complicar mi digestión y perjudicar aún mas mi salud. Me indica también que debo leer las dos páginas adjuntas en las que están detallados los mecanismos de funcionamiento de los componentes en el cuerpo, los riesgos que estoy tomando y las contraindicaciones que debo saber. Al preguntarme si he entendido, debo contestar afirmativamente para que me den la hamburguesa.

Antes de pagar, debo también firmar una planilla en la que acepto que no me es posible responsabilizar a McDonald por cualquier problema relacionado a la ingestión de la dichosa hamburguesa.

Finalmente, con la hamburguesa fría, chorreando grasa en un pan ya sin consistencia alguna, y unas papas fritas pegajosas y almidonadas, trataré de comerla, pero probablemente termine tirando todo a la basura. Eso sí, separando el papel de la comida, por el asunto del reciclaje.


Volviendo al tema, ninguna de las contraindicaciones en el "disclaimer"  advierte que los sueños bajo la influencia de estos calmantes, suelen ser aterradoramente claros, absurdos y por alguna extraña razón, desagradables. Uno suele despertarse con el corazón latiendo a mil por hora, con sudor frío y sin la más absoluta noción de donde y con quien se está.


Yo hace muchos años que no recuerdo mis sueños, salvo esporádicas ocasiones y suelen haber sido olvidados antes del mediodía. Pero estos sueños quedan grabados a fuego y una semana después, los recuerdo como si fueran hechos reales. 

Es curioso que me olvide de las cosas que deseo recordar y recuerde aquellas que deseo olvidar. Naturaleza humana, que le dicen.

Lo que me ocurrió algunos días atrás con uno de estos sueños me dejó confundido y preocupado, así que quisiera compartirlo. Quiero remarcar que lo que soñé de ninguna manera refleja mis opiniones personales sobre este país y su cultura, simplemente trato de relatarlo tal y como ocurrió.


Como cualquier otro día, antes de acostarme me tomé mis dos pastillitas de Oxycontin  (10 contraindicaciones severas y 63 efectos secundarios posibles, de acuerdo a www.drugs.com. Por cierto, en ninguna parte había una sola palabra sobre pesadillas o sueños anormales).


Conciliar el sueño me toma más o menos una hora y me despierto una o dos veces por un rato. Usualmente a las 5 de la mañana ya estoy despierto y listo para un buen café. No siempre es así, pero es lo más usual.


Esa noche en mi último ciclo de sueño, al empezar a quedarme dormido sentí que me sumergía en una especie de sopor letárgico, en que la conciencia sigue despierta, pero es imposible abrir los ojos o mover alguna parte del cuerpo. Poco a poco empecé a sentirme etéreo (difícil para alguien de mi peso) y repentinamente me encontré en un limbo blanco, cuya mejor descripción sería la de una escena en el cielo de una comedia de segunda clase. Todo parecía ficticio, pero con cierto realismo que me impedía aceptar que era un sueño.


Sin saber realmente qué hacer, comencé a caminar sin rumbo alguno, pues daba lo mismo cualquier dirección, ya que no había caminos ni puntos de orientación. Solo una bruma blanca siempre a unos 10 metros alrededor de mí. Lleno de dudas y temores, me preguntaba si habría llegado al cielo, a una estación intermedia o a la antesala de algo importante y misterioso.


A lo lejos, logré divisar una borrosa silueta y cuanto más me aproximaba, mas desconcertado me sentía. Tenía frente a mí a un anciano rollizo, con barba y pelo muy blancos, vestido sólo con ropa interior blanca y un par de botas negras. Sin embargo, no es eso lo que me confundió. Lo curioso era que el hombre estaba sentado en un escusado, blanco también, calzoncillos abajo y leyendo el periódico, haciendo notoriamente sus necesidades fisiológicas. Digo notorias porque eran ruidosas y las emanaciones eran dolorosas al olfato.
De todas maneras, era la primera persona que me podía dar una idea de donde me encontraba y qué estaba pasando, así que con la mayor normalidad posible, le pregunté, como para entrar en confianza, que es lo que estaba haciendo. Su respuesta fue la única que no esperaba:


  • – ¿Cómo, no ve? Estoy buscando trabajo, pues.
  • – ¿Trabajo? ¿Aquí? ¿Y qué sabe hacer usted?
  • – Me parece que usted no se da cuenta de nada, jovencito. Vamos a dárselo fácil: Yo soy Papa Noel y justo después de la última Navidad me quedé sin trabajo. Me pusieron en la calle a mí, mis renos y mis duendes.
  • – ¡Pero eso no puede ser! Siempre tiene que existir Papa Noel. Es parte de los más gratos recuerdos de la niñez. Y estoy seguro que hablo en nombre de millones de niños y adultos que disfrutaron de su leyenda, de sus cuentos, y sobre todo de los regalos.
  • – Oiga joven, usted sigue sin entender nada de nada. La Navidad continúa, y Papa Noel también. Solo que el trabajo se lo han dado a otro.
  • – ¿Qué pasó? ¿Usted no hacía bien su trabajo?
  • – A las mil maravillas. Nunca una queja, siempre a tiempo, impecable y amable. Pero surgió un movimiento a favor de la diversidad Navideña, y en el gremio de Trabajadores Afro Americanos de la Navidad - TAAN (Afro American Christmas Workers o AACW por sus siglas en inglés) - elevaron una solicitud para que con el tema de igualdad de oportunidades, le dieran el trabajo de Papa Noel a uno de sus miembros.
    Inmediatamente el Senador por Alaska apoyó la moción, así como la Asociación Nacional para la Superación de la Gente de Color (NAACP o National Association for the Advancement of Colored People), y otras entidades a favor de la diversidad. Las redes sociales hicieron lo suyo y Tweeter y Facebook abrieron hashtags y páginas a favor.
  • – Cuando me di cuenta, me llegó una carta del Polo Norte agradeciéndome mis leales servicios, pero que ya era tiempo de cambio.
  • – ¿Y qué va a pasar ahora? Francamente me deja usted alelado.
  • – El próximo Papa Noel es afro americano, los renos han sido reemplazados por búfalos africanos y mis duendes por pigmeos de África Central. Me pregunto cómo volarán esos búfalos. No va a ser fácil entrenarlos. ¿Cómo harán los pigmeos con el frío que hace en el Polo Norte? No sé, no sé...
    Me imagino que los renos se quedarán por los bosques del norte. Aunque me es difícil visualizar una realidad así.
    Con decirle que el pobre Rudolph está en rehabilitación, pues se deprimió tanto con la noticia, que se dedicó a las drogas. Tuvo el problema de joven, pero se había recuperado estupendamente. Ahora tiene la nariz como una fresa gigante.
  • – ¿O sea que este año Papa Noel va a ser negro? Eso no tiene sentido, ni pies ni cabeza. Desde que se inició la tradición, Papa Noel ha sido blanco y sonrosado. ¿Y ahora va a ser negro y con la barba blanca?
  • – Definitivamente no puedo hablar con usted, Le agradeceré que no repita esa palabra cuando se dirija a mí. El término correcto es afro americano. El que usted usa es altamente ofensivo. ¡Que tenga usted un buen día!

Me tuve que retirar. El hombre se veía sumamente alterado. Sinceramente yo usé la palabra "negro" porque es mas cortita, sin pretender ofender a nadie, pero el pobre había tomado el tema de los términos apropiados muy en serio. Ni modo. Seguí caminando, pero seguía tanto o más confundido que antes.

En mis sueños, y en los sueños de muchos, me imagino yo, muchas situaciones absurdas como en la que yo me encontraba, no son cuestionadas, sino que se asume que son parte natural de una nueva realidad. Por ejemplo si en mis sueños se aparece mi hermano, y lleva puestas unas zapatillas rojas, algo que en la vida real difícilmente haría, me llamaría tanto la atención que la sospecha de estar en un sueño interrumpiría súbitamente toda la trama. Pero si apareciera saltando desde lo alto de un edificio de diez pisos, me parecería la cosa más natural del mundo.

Mientras más caminaba, más extraño sentía el ambiente, y donde miraba podía vislumbrar a lo lejos borrosas siluetas sin forma definida, por lo que decidí caminar al azar, que era lo mismo que trazarme un rumbo, pues no tenía ningún punto de orientación. No habían caminos, la luz blanquecina era uniforme y la bruma permanecía a mi alrededor.

Al poco rato, el ruido de voces me llamó la atención, y al acercarme pude ver que era un  grupo de negros, perdón, afro americanos, jugando a los dados en el piso. Todos ellos eran altos y fornidos y estaban muy bien vestidos con frac, corbata y guantes blancos. Aunque la indumentaria estaba limpia y de buena calidad, se notaba que conoció mejores tiempos. Las mangas de la camisa y los bordes de la levita se veían sumamente gastados.

Estaban tan concentrados en el juego que no se percataron de mi presencia hasta que en una pausa, me atreví a preguntarles si sabían dónde me encontraba. En vez de responderme, empezaron a preguntarme que como había llegado allí, que si ya había encontrado trabajo y si los podía recomendar para cualquier cosa. Una vez más, volví a preguntar qué hacían allí y a que se dedicaban.

Entonces el moreno más anciano, que ya tenía algunas canas, me dijo:

-        Nosotros somos cargadores de ataúdes en cementerios y nos hemos quedado sin trabajo hace ya tiempo. Hemos hecho esto por tantos años que prácticamente es la única habilidad que tenemos. Por eso mismo lo hacemos a la perfección. Cargar un féretro no es cosa de juego. Hay que pensar que el servicio tiene que ser perfecto, pues se debe respetar el dolor de los deudos. Como ve, somos fuertes, altos, y casi de la misma estatura. Cuando caminamos con el ataúd parece que éste flotara en el aire. No es fácil, no.
-        ¿Pero qué pasó? Siendo tan buenos en eso, ¿Por qué los botaron? ¿Drogas, alcohol, inasistencias?
-        De ninguna manera, mi amigo. Lo que pasó es que un buen día se nos acusó de exclusión y discriminación, pues como ve, somos todos afro americanos. Se planteó una demanda de la Cofradía Irlandesa Americana (Irish-American Brotherhood o IAB) en la que se decía que por años habíamos hecho este trabajo sin dar oportunidad a otros gremios o etnias que tenían el mismo derecho y aparentemente la misma capacidad para hacerlo.
-        ¡Pero los que siempre se quejan son ustedes, los afro americanos!
-        Los tiempos han cambiado mucho. Ya no es como antes. Demás está decir que primero la ciudad, después el estado y finalmente todo el país, apoyaron esta iniciativa  y de buenas a primeras nos vimos todos en la calle mientras que los cementerios estaban llenos de irlandeses grandes y pelirrojos, nariz hinchada  y cara de muy pocos amigos.
No hemos vuelto a ningún cementerio pero creo adivinar que no les debe haber sido fácil el armar los equipos, pues cuando empezaron lo único que hacían todo el tiempo era discutir y amenazar con irse de golpes a cada momento.
Ahora dígame, ¿no tiene usted un trabajito, algo que pudiéramos hacer?
-        No, lo siento mucho. Yo estoy perdido y tratando de salir de este lugar. ¿Usted me puede ayudar con eso? No tengo idea de cómo llegué y qué estoy haciendo aquí.
-        Bueno, lo que le puedo decir es que este lugar es donde vienen a parar los inútiles. No me malentienda por favor. Me refiero a aquellos que por una u otra razón no son de utilidad para esta nueva época. Es decir, inútiles, pues.

Sentí un escalofrió espantoso que me recorrió toda la espina dorsal. ¿Así que algo o alguien me había catalogado como inútil y me había archivado en este limbo desabrido y aburrido?

Por enésima vez en mi vida, decidí empezar a luchar de nuevo contra esta nueva adversidad. Este monstruo informe y despiadado que sin consultar ni avisar, me había desterrado del mundo real, de mis dolores, angustias y sufrimientos.

No podía dejar que esto ocurriera, así que me despedí del anciano y empecé a caminar con más prisa, sin rumbo aun, pero con un objetivo claro.
Sumido en mis pensamientos y resoluciones casi tropiezo con un poste. Al no poder ver la parte superior, no sabía si era de alumbrado o solo para sostener cables. No me di cuenta tampoco que abrazado al poste estaba un individuo de muy pequeña estatura, al que en mis tiempos se les denominaba enanos y que ahora se identifican como "pequeñas personas”, al que casi atropello.
Sin embargo, el pequeño personaje ni se inmutó. Es más, creo que ni se dio cuenta de mi presencia, tan absorto estaba mirando hacia arriba. Vestía librea y tenía puesta una peluca blanca como las que se usaban en la Francia de Luis XV. Ante tan curioso atuendo, hube de interrumpirlo para hacerle las preguntas de rigor con la curiosidad que me comía vivo.
-        Estoy tratando de ver para dónde van los cables de este poste. Es el primero que veo en casi un año que estoy aquí y estoy seguro que me llevará a algún lugar donde pueda conseguir un trabajo.
Acostumbrado ya a estas situaciones absurdas, le pregunté qué trabajo estaba buscando.
-        Pues yo era pasador de páginas para pianistas en las orquestas sinfónicas. Como el pianista toca a dos manos, se necesita alguien que le pase las páginas de la música. Debido a mi corta estatura pasaba desapercibido, pero en caso que alguien me viera, se daría cuenta de mi importancia por la elegante vestimenta que llevo y no desentonaría de ninguna manera en un ambiente tan exquisito.
-        ¿Y por qué  perdió el trabajo?
-        La Organización de Personas Altas (TPO por sus siglas en inglés) elevó su protesta, porque este trabajo solo se lo daban a Personas Pequeñas, lo cual era discriminatorio y anti inclusionista, así que tras una breve campaña en contra mía y de mis compañeros, se nos despidió y se contrató a Personas Altas solamente. Es todo un problema, pues deben medir más de un metro noventa para postular y ya están exigiendo un seguro médico adicional, debido que el estar tanto tiempo agachados o de cuclillas les está creando problemas en la columna.

Me alejé a toda prisa. Ya no podía seguir escuchando más quejas de desplazados o inútiles. Era una tortura terrible. Decidí seguir caminando y ya no perder el tiempo hablando con esta gente que lo único que hacía era angustiarme y deprimirme más.

Tuve suerte, pues tras unas horas, encontré un edificio inmenso, lleno de gente muy apurada, que caminaba de un lado a otro con voluminosos expedientes bajo el brazo.
Lleno de entusiasmo, pues un edificio como este representaba algún tipo de autoridad y operatividad, lo que me hizo creer que podría salir de allí.
Me acerqué al área de recepción, donde varias señoritas atendían al público. Tuve la suerte que una me ofreciera su ayuda casi de inmediato.
-        Señorita, disculpe usted, pero estoy perdido. No sé cómo llegue aquí y no sé cómo irme. ¿Me puede ayudar? Por lo menos decirme donde me encuentro, por favor
-        Con mucho gusto señor. Está usted en el "Ministerio de Asuntos Étnicos y Raciales". Somos la entidad que define las etnias y defiende sus derechos, y por consecuencia, nos encargamos de todos los grupos minoritarios, marginados, maltratados u olvidados. También nos encargamos de depurar el lenguaje para evitar que algún ser humano sea identificado con términos ofensivos. Lo que se conoce como "políticamente correcto", vaya.
-        No sabía que existía una entidad así. ¿O sea que ustedes son los que definieron los términos nativo americano, afro americano, blanco, hispánico, etc.?
-        Efectivamente. Al principio fue bastante simple. Hicimos grandes grupos humanos de acuerdo a las etnias y clasificábamos a las personas por los rasgos propios de cada biotipo.
-        No veo que la cosa se pueda complicar mucho más después de eso. ¿O sí?
-        ¡Ay señor! Si usted supiera... Cada día se pone peor y ya no nos damos abasto para atender todas las solicitudes, denuncias, reclamos y quejas que recibimos.
Solo para darle un ejemplo, acabo de recibir una solicitud para la creación de una etnia adicional. La "Agrupación de Bosquimanos Americanos" (ABA) nos exige que creemos una etnia con ese nombre.
Mi compañera recibió ayer otro requerimiento similar  de los  "Luchadores Independientes del Movimiento Vaisia Dravidiano Americano" (LIMVDA), procedentes de algunas provincias del sureste de la India. Parece que tienen un color de piel más oscuro que el de los africanos, pero con otro origen étnico.
-        ¿Y estos dos grupos, como  están clasificados ahora?
-        Bueno, ambos son afro americanos y la mayoría de sus rasgos genéticos coinciden con esta etnia. Aparentemente, ambos grupos tienen sentimientos muy negativos hacia los africanos y se sienten ofendidos de ser denominados de esa manera.
-        No sabía que hubieran tantos bosquimanos de origen en los Estados Unidos.
-        No, sólo son 36, pero también tienen derechos. El otro grupo es un poco más grande. Algo así como 43 o 44 miembros, pero son muy apasionados al respecto.

A este punto, mi desesperación y confusión llego al límite, y me desperté con una angustia tremenda y la respiración muy agitada. Últimamente me toma más tiempo recuperar noción total de mi entorno, pero finalmente logré ubicarme y agradecer a Dios que no fue más que un sueño.

Sin embargo, me quedé pensando por varios días en este absurdo sueño y en las discusiones que tengo con mis hijas sobre el uso de términos políticamente incorrectos.

Como ejemplo, hace unos días, al ver por primera vez con ellas un "reality show" que trata de personas pequeñas y de cómo su vida trata de ser normal a pesar de todos los desafíos que les impone su estatura, exclamé:

-        ¡Todos son enanos!
-        ¡Papá! Esa palabra ya no se usa. Se les llama personas pequeñas.
-        Pero el término correcto es enano. Incluso en medicina, se usa la palabra para denominar la insuficiencia de tamaño.

Con ellas hay que usar argumentos poderosos y contundentes. De otra manera, me envuelven con sus conocimientos de la nueva realidad, recurren a "Google" en el "iPhone" inmediatamente y encuentran la manera de refutar todos y cada uno de mis argumentos.

Simplemente me respondieron:

-        No estamos hablando de medicina. Estamos hablando de sociedad. Y esa palabra es ofensiva y peyorativa para ellos.

Era inútil discutir. Al querer llevarme a los temas sociales, ellas y yo sabemos que llevo las de perder. Tengo que dar la discusión por terminada.

Pero mi realidad es otra. Siendo yo de corta estatura, incluso en el Perú, aquí en los Estados Unidos estoy muy por debajo del promedio de la población. En otras palabras, soy pequeño, y para usar un término clasificatorio, soy una persona pequeña. Es decir, "era" una persona pequeña.

Ahora los seres humanos que padecen de enanismo se han apropiado del término y yo tengo que buscar un término que pueda usar, pues el que me correspondía ha sido usurpado. 

¡Exijo una explicación!  Mientras tanto, lo pienso dos veces antes de tomar una pastilla para el dolor antes de dormir.

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